miércoles, 4 de julio de 2012

LAS RAÍCES DE LA CEIBA




El pasado 29 de junio me invitaron a presentar el libro: “Las raíces de la ceiba”, de Luis Antonio Rincón García. Paso copia del textillo que leí esa tarde, en el Centro Cultural Rosario Castellanos.
Fuimos convocados para la presentación del libro: “Las raíces de la ceiba”. ¿Para qué sirve una presentación de libro? Quiero pensar que sirve para que el auditorio, sin tener el libro a la mano, tenga una opinión inicial del contenido del mismo. Es como una estrategia decimonónica de difusión.
Soy un creyente de la lectura como el acto más íntimo sin intermediarios, por ello, de principio, descreo de las presentaciones de libros. El lector debe enfrentarse al libro como el niño mira por primera vez el prodigio del mar.
Entonces, ¿por qué estoy acá trepado en esta mesa de honor? Araceli me obsequió el libro de Luis Antonio hace quince o veinte días. Ella, generosa, escribió en la dedicatoria: “¡Disfrútelo!”, y como si fuese un mandato abrí el libro y ¡lo disfruté! El libro es disfrutable y, ustedes lo saben, no hay mayor privilegio en la vida que un libro que se deja leer con agrado. Hay tanto libro somnoliento y tanto libro zombie que, cuando nos topamos con un libro que es respetuoso con la palabra nos da gusto.
La ceiba es un árbol que a los chiapanecos nos dice mucho. El cometido de la búsqueda de la identidad -nos dicen los mayores- es hallar nuestras raíces. El libro de Luis Antonio no es un hato de raíces como advierte el título, pero sí es un venero importantísimo de nuestra cultura: la vida y obra de Fray Matías de Córdova.
¿Por qué es disfrutable el libro? La ficha de contraportada dice que uno de los aciertos del autor es que lo escribió “a partir de una sólida documentación historiográfica”. El agregado es un feliz hallazgo ficcional. Su trabajo está inmerso en la acertada tendencia de la literatura contemporánea de presentar el lado humano de nuestros héroes. Hasta antes de leer este libro, Fray Matías fue el nombre de mi querida escuela primaria; fue el hilo enredado de las clases de historia; fue el chispazo de La Tentativa del León y del Éxito de su Empresa; fue la estatua en bronce que recibe el agua de lluvia y alguna que otra cagada de pajarito allá en el mítico parque de San Sebastián. Acá encontramos a un hombre envuelto en su circunstancia. Y esto es un acierto porque México propende a colocar a los héroes en un pedestal lleno de nubes.
El libro es disfrutable porque posee la genialidad de la sencillez. ¡Ah, qué difícil escribir como si la palabra fuese agua limpia! ¡Qué difícil narrar sin entuertos pedantes y mamilas!
Comparto con ustedes unas líneas del inicio del libro: “Un anciano fraile sale de la iglesia de Santo Domingo. Le cuesta caminar y por eso apoya sus pasos en un bastón de nanbimbo”. Sí, el anciano es Fray Matías y el lector puede verlo caminar por las calles de Chiapa de Corzo. ¿Por qué le cuesta caminar?
Un día, el maestro Jorge llegó a la oficina y me preguntó: “¿Sabés de qué murió Fray Matías?”. Sin darme oportunidad de decir no, porque él sabía que iba a decir no, concluyó: “De hidropesía”. En el libro nos enteramos que el fraile se metía sus alipuses, bebía vino, era medio bolencón. ¡Ah, por esto disfruté el libro! Me encantó saber y reconocer que los hombres están hechos de viento y de fuego; me encantó saber que, a veces, hay hombres predestinados a incendiarse en la flama de la libertad y a consumirse en la brasa de la grieta.
Días después del obsequio de Araceli, Malena, nuestra directora del Centro Cultural, me llamó y me dijo si quería presentar el libro. Yo, que prefiero estar del lado donde están ustedes, acepté. Acepté porque me dio gusto hallar a Josefina García en las páginas de este libro, hallarla como lo que es: hija mayor del mito mayor, hija del círculo donde lo probable es improbable. Josefina -nuestra heroína- retorna al territorio de donde salió: la ficción.
Este libro es ajeno a pretensiones sin pretensión; es un libro sencillo que cuenta una historia muy disfrutable. Por esto acepté trepar esta noche a este estrado. Dispensen el atrevimiento, pero pensé que es bueno acercarse a las raíces de nuestra ceiba común y una liana de inicio es la lectura del libro de Luis Antonio. Compren el texto, léanlo. Sé que lo disfrutarán.