viernes, 6 de julio de 2012

POR LAS MUJERES QUE SUEÑAN CON EL MAR




A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en mujeres que son como zapatillas sin tacones y mujeres que son como chanclas de patas de gallo.
La mujer zapatilla sin tacón es como un alce sin cornamentas, es como un árbol sin tortugas carpinteras. Las tortugas carpinteras abren hoyos en los troncos, que las ardillas convierten en sus casas.
Le gusta vivir en pent-houses porque las ventanas son como misceláneas para comprar nubes y chorros de agua en promoción de dos por una. Barre sus estancias como si el polvo fuese un tesoro no descubierto. Sus montañas favoritas son aquellas donde los helados tienen sabor a viento.
A veces sube al cielo en globos aerostáticos y desciende por los hilos sobrantes de los papalotes. El mar la seduce con la misma seducción que un manantial se desboca por las galerías del silencio.
Se enamora de los hombres con barba, porque cree que el origen del deseo siempre está enredado en lo que hace la diferencia. Usa máscaras de luchadora a la hora que hace el amor con su amado, porque le encanta el fuego que brota de las chimeneas del cuerpo. Por esto añora ver las películas de Santo, el enmascarado de plata, en blanco y negro. De igual manera tiene nostalgia por los teléfonos antiguos y por las fotografías que huelen a jazmín.
Su amuleto es un llavero que siempre lleva colgado en el cinturón. La llave enseña una lección: todo puede abrirse si se tiene la clave correcta. Puede abrirse el corazón del hombre, la mente de una hormiga, el hueco de un florero, el sillón que sirve para adormecer el viento del Sur.
No le gusta tener vacías las paredes de su casa. Por ello, los domingos, acude a los mercados de pulgas y adquiere puertas viejas y relojes que sólo marcan la desidia.
Tiene como rutina hablar todas las tardes por teléfono. Marca un número cualquiera y toma nombres diferentes, a veces se llama Shakira, a veces se llama Frida Kahlo, a veces es la entrada del infierno y, a veces, se llama ramo de alhelíes.
Cuando come una manzana lo hace sólo para saber cuál es el misterio de Eva; cuando come un chocolate lo hace sólo para saber cuál es la magia del molinillo al momento de invocar la espuma. Cuando se sienta a la mesa, a la hora de la cena, lo hace sólo para saber de qué corteza está hecho el cuerpo.
Mariposas rodean sus pasiones y alas de mosca vigilan su insomnio. No tiene idea de cuál es el árbol donde crece el bien y cuál donde crece el mal. Por ello cree que la felicidad no es un fruto sino un animal.
Se mueve su cabello, no por el viento sino por la ambición del aire; se mueven sus ojos, no por el rayo de sol sino por la voz que se cuela en la hendija; se mueve su corazón, no por el impulso de la mano del amado sino por el laberinto de la sonrisa tibia.
Se mueven sus pechos, no por el encanto de la piedra sino por el beso de la arena; se mueven sus pies, no por la premura de sus pasos sino por la cuerda del talud; se mueven sus deseos, no por el agua de su fuente sino por la tristeza de las ventanas cerradas. Se confunde su cristal, no por el tiempo que se desgaja como naranja sino por la cuerda que encierra el ojo del mar.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como el cumpleaños de un pecarí y mujeres que son como maletas dispuestas al viaje.