miércoles, 22 de febrero de 2017

CARTA A MARIANA, DONDE SE DAN COINCIDENCIAS




Querida Mariana: Armando dice que las coincidencias no existen. Por el contrario, Isabel menciona que el término coincidencia significa coincidir, por lo que las coincidencias son cosa de todas las horas en todos los días.
¿Cómo llamar a eso que asoma de manera reiterada? ¿Qué señal advertir cuando algo aparece una y otra vez?
Esta semana prendí la televisión y alcancé a ver un corto cinematográfico que ya había comenzado. No logré ver el final porque recibí una llamada telefónica que me hizo bajarle el volumen. Cuando colgué el auricular, el corto ya había terminado.
El corto, a pesar de que el ritmo era muy lento y que los diálogos eran muy comunes, comenzó a llamar mi atención porque tenía un elemento insólito: una librería, con cientos de libros, que no ofrecía más que el libro de “Alicia en el País de Las Maravillas”. Ediciones en muchos idiomas, y de diversos años. ¿Por qué el librero sólo ofrece este libro y ningún otro? El personaje central del corto lo pregunta y el librero responde que pudo haber sido cualquier otro, pero como fue el primero que asomó decidió casi casi volverse coleccionista de variadas ediciones de tal libro. ¿Qué pretende con esto?, preguntó el potencial comprador, y el librero respondió que vender un libro, no otra cosa. Dijo que era un librero y vendía libros.
Ahora mismo leo un libro que compré en la librería Lalilu. Un libro de cuentos de Roald Dahl, un autor que, desde que lo conocí, llamó mi atención porque siempre propugnó porque los autores escribieran cuentos atractivos, que no fueran aburridos. Él de manera persistente aplicó ese principio a su literatura, por lo que sus textos son muy “jaladores” desde la primera línea. Uno comienza a leer un cuento de Dahl y se siente atraído de inmediato. Sus libros son de esos libros adictivos que el lector no quiere abandonar. Dahl es muy conocido entre los niños y jóvenes, porque dos de sus historias han sido grandes éxitos cinematográficos: “Matilda” y “Charlie y la fábrica de chocolate”. En la presentación del libro que leo se encuentra lo siguiente: “Sigue siendo el contador de historias número 1 en el mundo”. ¡Es una declaración muy atrevida! Pero se justifica cuando lo que el editor busca es precisamente lo mismo que declaró el librero del corto: ¡Vender libros!
La coincidencia del tema libro no es tan inusual, porque yo siempre ando metido en libros. El hecho de que el corto cinematográfico haya caminado por la senda del libro fue una coincidencia en principio, porque el cine no siempre aborda ese tema. Pero más que eso, lo que sí me ha sorprendido es que uno de los cuentos del libro de Dahl, menciona el mismo libro que aparece en el corto: “Alicia en el País de Las Maravillas”.
Esto sí lo considero una gran coincidencia, porque apareció en dos sendas que caminé en esta semana. Esto no es muy común. Y digo que fue una coincidencia en el sentido que Isabel lo aplica: Coincidir. El tema apareció como si reafirmara que la literatura y el cine son espacios de ese país llamado de Las Maravillas.
Emilio García Riera tiene un libro que se titula: “El cine es mejor que la vida”. A veces plagio tal título y digo que “La literatura es mejor que la vida”. Rubén Álvarez no está de acuerdo, él dice que la vida es lo mejor de la vida. Ahora, esta coincidencia, me obliga a decir que los lectores y los cinéfilos somos como Alicia, porque cada vez que nos internamos por el túnel del conejo, entramos al País de Las Maravillas, y este país es el mejor país del mundo. Sé que Donald Trump no estará de acuerdo, porque él insiste en hacer de su país ¡el más poderoso!; y los nacionalistas a ultranza dirán que como México no hay dos; pero, sin duda, el mejor país no es un país real, el mejor país aparece cuando el haz de luz ilumina una pantalla o cuando un lector abre el libro y entra a ese túnel magnífico que ilumina la imaginación.

Posdata: Hay coincidencias gratas y coincidencias ingratas. Me da gusto coincidir con vos en este camino.