miércoles, 29 de marzo de 2017

EL PREMIO CHIAPAS Y EL NOBEL DE LITERATURA




Pareciera un juego: ¿En qué se parece Chiapas a Suecia? Posible respuesta: En que en Suecia hay suecos y en Chiapas ¡chafas! Porque, los suecos (hablo de los zapatos) están acostumbrados a ir de un lado a otro, por el suelo.
Un día, alguien dijo que el Premio Chiapas 2016 se había declarado desierto. No hallé versión oficial que así lo confirmara, pero parece que el olvido de la presea confirma lo afirmado. Ya estamos a marzo del 2017 y nadie dice algo.
Fue una noticia preocupante. ¿Cuándo un premio se declara desierto? Cuando el honorable jurado determina que los postulados no tuvieron los méritos suficientes. Y esto sí es preocupante. ¿De verdad el jurado del Premio Chiapas halló un páramo donde brilla tanta luz? En una ocasión, Luis Aguilar, relevante escultor comiteco, me dijo que, en el plano cultural, México es un país primermundista. ¡Por supuesto que sí! Y, de igual manera, si algún estado de la república es rico en manifestaciones culturales es Chiapas. Si en realidad es cierto que el Premio Chiapas se declaró desierto es preocupante. Preocupa que, desde la ínsula de poder, digan que la ciencia, la intelectualidad y el arte chiapanecos en su conjunto ¡no existen! O si existen son como organismos moribundos que no dan flores ni frutos. Eso es una aberración. En Chiapas ¡sobra talento! Talento comparable al más excelso del primer mundo. Sería ofender al lector hacer la relación interminable de nombres que, en la actualidad, dan brillo a este estado que las políticas malsanas pretenden enterrarlo en la oscuridad de los siglos.
Sería ofender al lector escribir una relación que dé cuenta de los nombres de los grandes hombres y mujeres que (ya fallecidos) ayudaron a construir la grandeza de Chiapas. Ahora, estoy seguro, el lector comienza a hacer su relación personal de pintores, músicos, escritores, poetas, artesanos y demás planetas, que imprimieron de dignidad las páginas de nuestra historia.
¿No es una ofensa que el gobierno deslice la idea de que el Premio Chiapas no lo merece nadie? Es cierto, muchas voces ya han manifestado su desacuerdo porque en algunos años la presea fue concedida no a quienes eran merecedores por su talento, sino que fue concedida a personas sin más talento que el de prender incienso al poderoso. Es cierto, en los últimos tiempos hay casos registrados de postulantes que, de manera indigna, piden el premio como si éste fuese simple moneda de cambio. Es decir, el honorable jurado debió (debe) enaltecer su responsabilidad concediendo el premio al que tenga los méritos indiscutibles de una obra limpia que exalta la inteligencia de este pueblo.
Algunas personas han dicho que la decisión de declarar desierto al Premio Chiapas fue para no otorgar el monto en efectivo que conlleva la distinción y para no agregar otros nombres a la relación de chiapanecos valiosos que, mes a mes, reciben una pensión. Se comenta (a voces) que los actuales Premios Chiapa no reciben su pago en forma adecuada y respetuosa. Hay ocasiones en que pasan tres y más meses y el pago no se realiza.
¿En qué se parece Chiapas a Suecia? En que en Suecia hay suecos y en Chiapas hay chafas. ¿Cómo es posible que ahora, la Academia que entrega el Nobel de Literatura, ande preocupada por si Bob Dylan, Nobel del año pasado, dará su discurso de recepción para poder cobrar el dinero con que el premio está dotado?
Si acá en Chiapas algún nominado ha caído en el terreno de lo indigno al estar con la palma de la mano abierta pidiendo, por el amor de Dios, el premio; allá en Estocolmo, pareciera, también han caído en la indignidad al preocuparse por míster Dylan. ¿Qué no hay alguien que les diga que el tal Bob ya les hizo el feo desde el principio, y ha ignorado a la Academia? ¿Qué no se han dado cuenta que Dylan, soberbio, ha menospreciado el premio?
La Academia Sueca camina en suecos y ya no levanta los pies. Ahora pareciera una anciana que arrastra los pies. Preocupa. Preocupa lo de allá y lo de acá. Allá un intelectual se atreve a ignorar a la Academia; acá, el poder se atreve a ignorar a sus intelectuales. ¡Preocupa!