miércoles, 3 de mayo de 2017

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO NO SE PUEDE TAPAR EL SOL DEL BAÑO CON UN DEDO





Querida Mariana: No sé cómo sean los sanitarios de las mujeres. No sé si ustedes tienen la costumbre de escribir frases y dibujar figuras grotescas alusivas al sexo.
Cuando hablo por teléfono en la oficina o en la casa, siempre tengo a la mano algún papel y pluma. Dibujo mientras alguien, del otro lado, me cuenta sus penas amorosas o me ofrece un gran negocio o me pregunta en qué me inspiro para escribir una novela. Yo hago bocetos que luego aprovecho para hacer el diseño de las cajas que pinto. Por lo regular dibujo mujeres desnudas (me encanta el cuerpo femenino) o animales, también desnudos. ¿Por qué dibujo en esos instantes? Lo pregunto porque, tal vez, dé idea de por qué algunos hombres, cuando están sentados en la taza de un baño, sacan un plumón y dibujan y escriben. Éstos, igual que yo, dibujan mujeres y hombres desnudos y, ocasionalmente, dibujan animales.
No sé si ustedes, las mujeres, entran a los sanitarios de hombres, para curiosear. Entiendo que los sanitarios para damas sólo tienen gabinetes con tazas, porque ustedes (perdón, lo digo para que yo comprenda bien el proceso) hacen pis sentadas. Los hombres, al contrario, hacen pis parados. Esto que es tan obvio ha hecho que en los sanitarios para hombres existan mingitorios, objetos especiales para hacer pis. De acá colijo, entonces, que en los sanitarios para hombres hay dos clases de objetos y en los sanitarios para mujeres ¡una sola clase de objetos! Entiendo que los bidets son inexistentes en baños públicos.
A mí me molestan los baños para hombres que, en lugar de gabinetes individuales, tienen unos mingitorios comunitarios en donde todos orinan al mismo tiempo. Esos mingitorios son como esas bateas que hay en los ranchos y que sirven para que las vacas laman sal. La intimidad cesa. Los de pene enorme se pavonean, mientras los de pene pequeño se sienten poca cosa.
Las mujeres, ¿dibujan escenas sexuales en las paredes de los sanitarios? ¡No lo creo!
¿Vos dibujás mientras hablás con alguien por teléfono? ¿Animalitos? ¿Cuerpos humanos?
Los dibujos de hombres y mujeres que los hombres dibujan en las paredes de los sanitarios exageran las partes sexuales. Los penes son como de burro y las vaginas son gigantescas cucarachas que no tienen proporción con los cuerpos.
¿Qué lleva a algunos hombres a saciar sus dotes artísticas en una pared de baño y no en un lienzo de museo?
Armando Jiménez dedicó muchos años de su vida a recopilar frases y dibujos realizados por manos anónimas en paredes de muchos lugares públicos, con predominancia de sanitarios de varones. Un día editó un libro, con prólogo de Rosario Castellanos y Octavio Paz. Del ingenio de un orinón mexicano obtuvo el famoso gallito inglés que decía: “Este es el gallito inglés, / míralo con disimulo, / quítale el pico y los pies / y métetelo en el culo.”. El libro “Picardía Mexicana” fue un éxito. Armando Jiménez se hizo millonario con ese libro de boberas.
Acá anexo una fotografía que tomé en un baño de un estacionamiento público. Para no ofenderte apliqué censura, coloqué un óvalo blanco. La imagen es grotesca, por el dibujo y por la suciedad circundante. Pensé dos veces si te la enseñaba (la foto, la foto, niña pícara). Al final decidí que sí lo haría, sólo para que veás el entorno de los sanitarios públicos. Los hombres, mientras orinan, sacan un plumón y pintan la pared; lo mismo sucede cuando están sentados en la taza. Del mismo libro de Jiménez es la siguiente cuarteta: “Si pujas y pujas / y no puedes cagar, / deja de hacerte pendejo / y vete a trabajar.”
Tal vez a estos hombres les sucede lo mismo que a mí cuando hablo por teléfono, mientras escucho las voces hago bocetos para hallar caminos a mi vocación. Nuestro pueblo tiene vocación alburera e ingeniosa, por lo tanto, a la hora que mea la inspiración aflora. Tal vez, como en maravilloso conjuro, al ver que pujan y pujan y no pueden defecar, piensan que, cuando menos, el acto produzca algo.
Acá hay testimonios varios. Nos enteramos que doña Carmen cobra doscientos; que alguien (tal vez homosexual) ama a Alonso; que ahí “estuvo cagando sus padre” y que, alguien, muy docto, muy exquisito, se molestó porque alguien no tuvo la ortografía adecuada: “Ni escribir sabes, pendejo”.
Posdata: Debo decir que acá no brilló el talento comiteco. Armando Jiménez nada habría retomado de esta imagen, porque el ingenio está ausente, acá sólo resplandeció la idea más ramplona.
¿Por qué cuando atiendo una llamada telefónica dibujo bocetos en un cuaderno? ¿Por qué los hombres dibujan en las paredes de los sanitarios públicos? ¿Por qué los órganos sexuales son magnificados a tamaños gigantescos insólitos?