miércoles, 24 de mayo de 2017

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA, DONDE HAY UN MONTÓN DE BASURA




Los elementos de esta fotografía son mínimos y cotidianos. Pudiera decirse que son elementos comunes de las ciudades actuales: árboles, banquetas, arroyo vehicular, autos, postes, alambres y residencias. Algún lector podrá preguntar: ¿Y los zanates? El lector tendrá razón, en las frondas, ocultos, se divierten dos o tres zanates.
En la calle están tiradas algunas hojas secas. En términos generales puede decirse que la calle está limpia. ¿Qué es lo que aparece a mitad de la calle? ¡Es basura! Los habitantes de Terán, en la capital chiapaneca, acostumbran, temprano, sacar la basura de sus casas y (dentro de bolsas) las colocan a mitad de la calle (en las intersecciones, por lo regular).
Es una costumbre inusual, simpática, por decir algo. Siempre que veo comportamientos ilógicos me pregunto cómo será el servicio de recolección de basura en ciudades de primer mundo. No imagino a Holanda, por ejemplo, con este tipo de comportamiento.
En Comitán, las personas sacan la basura de su casa (también en bolsas de plástico) y la colocan en las esquinas, sobre las banquetas, recargadas contra las paredes de las casas. En realidad, lo que provoca la gente son mini basureros. Es penoso ver que en el centro de Comitán, la gente que vive por la zona, los comerciantes y restauranteros sacan la basura y hacen cerros (materialmente) sobre los espacios donde caminan las personas. La contaminación visual es rotunda y el hedor es desagradable. ¿No hay alguien que pueda evitar tal comportamiento asqueroso?
En nuestro país pareciera que existe un afán de reafirmar que el contenido de esas bolsas es basura, porque cuando alguien camina al lado comprueba, con la peste y los perros hurgando en el interior, que eso es el desecho más putrefacto.
Los montones que acá se ven a mitad de las calles de Terán se encuentran en las esquinas de Comitán.
La gente saca su basura en la mañana. Es la costumbre. El camión pasa por los desechos y la calle (en este caso) queda sin esas montañas mínimas (en tamaño) pero montañas rotundas (en pestilencia). ¿Y si el camión no pasa por cualquier contingencia? No quiero pensar qué sucede en Terán. Si en Comitán la pestilencia se acentúa cuando el camión deja de pasar, no sé qué sucede en Terán. Imagino que el calor concentrado de las doce de la mañana hace que los desechos orgánicos entren en un terrible estado de descomposición (para el lector que no conoce Terán debo decirle que las temperaturas llegan, en ocasiones, a los treinta y cinco grados o más).
La gente está acostumbrada a este tipo de comportamientos. Debe estar acostumbrada a que la zona huela mal. ¡Es una pena tener que acostumbrarse a comportamientos tan de tercer mundo!
¿Cómo le hacen en Holanda? No lo sé. ¿No habrá algún urbanista inteligente que pueda dar una solución menos de tercer mundo al problema de la recolección de basura?
Durante algún tiempo viví en Puebla. En aquella ciudad, las personas debían sacar su basura a partir de las ocho de la noche y colocarla en las esquinas. Esto, cuando menos, evitaba la contaminación visual y permitía que jamás los peatones se toparan con esas montañas de basura en la caminata diaria. Debo decir que, mientras viví allá, todas las mañanas encontré sin basura el punto de recolección; es decir, los encargados del servicio cumplían con eficiencia y levantaban las bolsas. Un día a la semana debía uno sacar los desechos no orgánicos y dos días los orgánicos. Esta separación de basura también resultaba muy eficaz.
Es difícil romper la fuerza de la costumbre. A los habitantes de Terán no les causa asombro esta costumbre, como sí me la causó a mí cuando vi los promontorios de basura sobre las intersecciones de calles.
Este comportamiento no se da en ciudades de primer mundo y si no se da debe ser porque esto ocasiona una seria contaminación visual y una desagradable contaminación ambiental.
¡Raros nuestros modos!