miércoles, 19 de julio de 2017

IMAGEN MEXICANA




Los alemanes nunca entenderán esta imagen. Entre los bibliófilos se dice que hay dos ferias de libros importantes en el mundo: la alemana y la que se realiza en Guadalajara. Los mexicanos nos llenamos de orgullo cuando decimos que en todo el mundo, la feria del libro que acá se realiza está apenitas por debajo de la feria alemana. Es como si esto nos colocara en el primer mundo en el plano cultural. Como si dijéramos que somos más cultos que los franceses, que los japoneses, que los norteamericanos, que los holandeses. Ya ni hablamos de los países latinoamericanos. Decimos que ellos, pobres, nunca tendrán una feria como la FIL. Pobres peruanos, pobres argentinos (¡argentinos!), pobres colombianos, pobres, pobres chapines. En México tenemos la feria del libro más importante del mundo hispanoamericano. Pobres españoles, pobres. Ellos que poseen las editoriales más importantes y que, prácticamente, han cooptado a todas las editoriales mexicanas, no tienen una feria tan importante como la nuestra.
Pero digo que los alemanes no entenderán esta imagen, porque acá no se ven libros, tal como sería lo deseable al leer que esta estructura funciona como “Para libros”. En lugar de libros lo que acá se observa es una serie de candados que impiden el acceso a los libros. En México sabemos que así tiene que ser. ¡Ay, padre, no le ponemos candados y al otro día los libros desaparecen! Qué digo al otro día, a media noche. Y digo a media noche, porque, hace tiempo, colocaron un “Para libros” semejante, en el parque de San Sebastián. ¡No duró mucho! Algunos vivales (como dicen los clásicos), al amparo de la noche, sustrajeron la estructura metálica que sirve como asiento. Empleo la palabra sustrajeron por respeto a los lectores alemanes que se acerquen a este texto, para que no se lleven la impresión de que los mexicanos (no todos, pero sí muchos) son raterillos de poca monta. ¿No entienden que esta estructura ayuda a que los índices de lectura no sean tan magros? ¡No, no entienden! Porque, la verdad es que tenemos la feria del libro más importante de Latinoamérica, pero ocupamos uno de los últimos lugares en las estadísticas de índice de lectura. ¡Qué paradoja! ¡Qué absurdo!
Y digo que los alemanes no entenderán esta imagen, porque en el Internet observé la otra tarde una fotografía que mostraba una ventana abierta con libros. Empotrada en la pared había un contenedor que daba la idea de una ventana y los lectores podían, libremente, acercarse, tomar un libro y leerlo en una banca. Después de la lectura, el lector regresa el libro para que otro lector, algún otro día, pueda disfrutarlo. Cuando le mostré a Miguel la foto alemana me dijo que eso sería imposible en México. Le di la razón. No fue necesario que hiciera algo más que mostrarle esta foto: todo tiene que estar, como decimos en Comitán, bajo siete llaves.
¿Y la silla de plástico? Debe ser el asiento del encargado. Para no guardarla todas las tardes, se le hizo más fácil encadenarla a la protección de la ventana. Así garantiza que al otro día la hallará. En realidad se ha salvado. Los preparatorianos no la han visto, de lo contrario, ya le hubieran cortado las patas a la silla, ya la hubieran enlodado, ya la hubieran quemado.
Cuando Miguel vio la fotografía me dijo que esta acción era incorrecta. Como el “Para libros” está en el Pasaje Morales, en el mero corazón de la ciudad, esta imagen da muy mala impresión a los turistas. Pero Daniel no estuvo de acuerdo, dijo que esta imagen no hace más que dar la imagen real de los pueblos de México. Daniel dijo que, al contrario del cuento de García Márquez que se llama “En este pueblo no hay ladrones”, en todos los pueblos de nuestro país ¡sí hay ladrones! Si las vitrinas quedaran abiertas una mañana, a disposición de los lectores, muchos libros se perderían porque los muchachos (por travesura) se los llevarían para dejarlos como prenda en los billares.
México es un país donde la lectura no es el pan de todos los días, pero tenemos la feria del libro más importante de Hispanoamérica y tenemos el extraño fenómeno en donde la gente roba libros, y el surrealista comportamiento en que las sillas se encadenan a las contraventanas del palacio municipal de Comitán.