martes, 19 de septiembre de 2017

AUTORRETRATO




Rosario Castellanos era poeta. Su infancia y parte de su adolescencia las vivió en Comitán. Ella escribía poemas. Escribió uno que se llama “Autorretrato”, donde, como su título indica, hizo un boceto de su carácter para que la conocieran sus lectores.
Se le considera comiteca, por ello, en Comitán la casa de la cultura lleva su nombre. Hay, además, un sitio de taxis que se llama Rosario Castellanos y, en la periferia del pueblo, un fraccionamiento de viviendas de interés social, ¡faltaba más!, lleva el nombre de la escritora. Bueno, la cereza del pastel es el torneo de pesca que se llama Rosario Castellanos.
En una esquina del parque central del pueblo hay un busto que representa a la escritora. El bronce fue realizado por el escultor Luis Aguilar.
El poema “Autorretrato” apareció publicado en 1972; es decir, en este 2017 celebramos cuarenta y cinco años de su publicación. Rafita, quien, según él, es médium (Romeo lo molesta diciéndole que es médium mentirosum), nos platicó el otro día que se comunicó con el espíritu del busto de Rosario y éste le dijo que había hecho algunas modificaciones a su poema. ¿Cómo creerle a Rafita si la vez pasada dijo que había hecho contacto con el espíritu de Maximiliano y don Max le dijo que había metido una demanda contra Del Paso porque en su novela “Noticias del Imperio” asegura que no tenía relaciones con Carlota, cuando la realidad fue todo lo contrario, aseguró que ella estaba “loca” por él. Todo mundo celebró la ocurrencia de Rafita. Ahora sucedió algo similar.
Romeo propuso comprar una caguama antes de escuchar la versión remasterizada del poema de Rosario. Rafita dijo que, por cuestiones de los huracanes, temblores y demás contingencias naturales hubo cierta interferencia y sólo logró grabar unas cuantas líneas de la nueva versión.
Cuando Romeo sirvió la cerveza en vasos de veladora, hizo que todos guardáramos silencio y cedió la palabra a Rafita, quien, emocionado por ser de nuevo el centro de atención de la mesa redonda, dijo, con voz de declamador, las líneas del poema original; es decir, el de 1972: “Vivo enfrente del Bosque. Pero casi / nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca / atravieso la calle que me separa de él / y paseo y respiro y acaricio / la corteza rugosa de los árboles. / Sé que es obligatorio escuchar música / pero la eludo con frecuencia. Sé /que es bueno ver pintura / pero no voy jamás a exposiciones / ni al estreno teatral ni al cine-club. / Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo / y, si apago la luz, pensando un rato / en musarañas y otros menesteres.”
Alicia se emocionó (era la primera vez que escuchaba versos de la Castellanos) y aplaudió a rabiar, luego levantó el vaso vacío y dijo que le sirvieran más, que Rosario era una chingona, que qué fregón su poema. Romeo le dijo que no era para tanto, pero que ahí estaba un poco más (¿de poesía?, preguntó ella. No, dijo él, de cerveza) y sirvió más líquido ambarino en el vaso.
Y ahora, dijo Rafita, daré lectura a la versión remasterizada que me dijo Rosario, en una noche de truenos y rayos.
Yo pensé que todos se habían contagiado de un léxico pedante, aderezado con gotas de limón, e hice silencio para escuchar lo que, según Rafita, eran versos modificados por los tiempos que ahora se viven y por el entorno: “Vivo enfrente del parque. Pero ahora / con tanta carpa no puedo mirarlo. Y nunca / atravieso la calle porque hay mucho cafre. / Y no paseo ni respiro ni acaricio / la corteza del árbol porque apesta a coles. / Sé que es obligatorio escuchar banda / pero la vomito con frecuencia. Sé / que es bueno ver pintura / pero no voy jamás a las exposiciones / porque a los leones ya les quitaron su club. / Prefiero estar aquí, como ahora, durmiendo / y, si apago la luz, oliendo un rato / garnachas y otros culinarios placeres.” ¡Bravo, bravo!, dijo Alicia y pidió que le sirvieran más cerveza. Pero la caguama ya estaba vacía y nadie quiso cooperar para comprar otra.
Aparte de Alicia nadie dijo algo más. Como si una corriente de aire hubiera entrado, pero alguien hubiese cerrado la ventana, la calma volvió al cuarto. Rafita dijo que la noche de contacto había mucha interferencia. Nosotros dijimos que sí, que no se preocupara, que nos quedábamos con la versión original.
Rosario Castellanos era poeta. En su pueblo, Comitán, existe un busto que honra su memoria.