lunes, 8 de enero de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE UN MUNDO LEJOS DE ARANA




Querida Mariana: Te cuento que en los años noventa participé en un programa de radio que coordinaban Rafael Aguilar, Rafa Araujo, David Tovilla, Débora Iturbe, entre otros entusiastas promotores culturales. El programa se trasmitía una vez a la semana, en horario nocturno, en Radio Lagarto-IMER, de Chiapa de Corzo. En ese tiempo estudiaba en la UNACH y me trasladaba de Tuxtla a Chiapa, en un vochito color crema, obsequio de mi papá, para cumplir con el compromiso radiofónico. Mi participación consistía en la lectura de textos de una serie que escribía de manera especial para el programa y que denominé “Arana”. Todos los textos comenzaban así: “Yo vivo en un mundo llamado Arana…”. Los textos bordeaban la orilla de lo erótico en un mundo fantástico. Una tarde, estaba en una cafetería con compañeros de la universidad cuando una muchacha que no conocía al enterarse que yo era yo me dijo: “Me encantan tus historias. Siempre las espero”. Eso fue muy satisfactorio. Cuando menos, pensé, a alguien le gustan mis historias radiofónicas y supe que valía la pena viajar de noche y gastar la gasolina (en tiempos que la paga era tan escasa como ahora).
El tiempo pasó. Un día (yo radicaba en Puebla), Rafa Araujo me llamó por teléfono. Dijo que Débora había sido designada como Directora del Sistema de Radio y Televisión de Chiapas y él era el Director de Radio Chiapas, era peso pesado en los medios de comunicación. Me dio gusto enterarme y lo felicité. Él me invitó a que colaborara. Acepté. Debo aclarar que en ninguno de los dos casos mencionados recibí paga, ni un solo centavo. Era el gusto de compartir con la audiencia, era una manera de apuntalar proyectos culturales a favor de la sociedad chiapaneca. Cada miércoles, un empleado del Sistema de Radio me llamaba y yo, por teléfono, leía mi colaboración para que la transmitieran en las estaciones del estado.
Hace como dos o tres años, una productora del programa “Andares”, del Sistema de Radio, Televisión y Cinematografía, llamó a la casa. Se presentó y dijo que ella había sido fiel escucha de los textos que leía en la radio, en tiempos de Araujo. Y me pidió si podía, ahora, colaborar con su programa. Dije que sí (sin paga de por medio, como siempre).
Ahora debía ir a la estación “Brisas de Montebello”, en La Trinitaria, para grabar mis participaciones. Ahora ya no fue en un vochito, sino en un tsurito. Una vez al mes, Lupita hacía favor de grabar mis colaboraciones, mismas que enviaba para que en Tuxtla les hicieran la producción y las emitieran en el programa “Andares”, que se transmitía en todas las estaciones de radio del estado.
Como siempre sucede, en ocasiones no trasmitían los textos. Entendía que el programa exigía la participación de otros colaboradores. No importaba. Yo, de manera responsable, gastaba mi gasolina y cumplía con mi compromiso. Pensaba: “Yo debo cumplir. Si se trasmite o no, ya no está en mis manos”. El programa significó un gran intento por acercar la cultura a la audiencia y eso, en un estado con tantas carencias, era muy relevante.
Todo esto, querida Mariana, para decir que ahora que vi, en redes sociales, el mensaje que leyó, de manera titubeante y atropellada, la nueva Directora del Sistema de Radio, Televisión y Cinematografía de Chiapas, tuve cierto escozor intelectual. ¿Debo seguir colaborando con la radio de Chiapas (¡radio pública!) cuando todo advierte que, a partir de este instante, en lugar de pensar en el bien de los ciudadanos, emplearán la radio para acuerpar un interés de grupo? Creo que, por dignidad, ya no debo hacerlo. ¡Ya no lo haré!
Cuando el editor de la sección de Cultura de El Heraldo de Chiapas comenzó a tijeretear mis textos decidí que era momento de retirarme. En ese momento dejé de enviar las Arenillas (que eran seguidas por dos o tres lectores de ese periódico), colaboraciones que enviaba sin recibir un solo centavo a cambio. Sabía que el periódico no necesitaba de mí, pero también, en un acto de dignidad, yo podía seguir caminando sin el periódico. Ahora pienso lo mismo. Quienes salen perdiendo son los dos o tres escuchas que, sin duda, disfrutaban las Aranas.
Continuaré compartiendo mis textos en las redes sociales y, sobre todo, en ARENILLA-Revista, la publicación bimestral, impresa, que llega a dos mil lectores y que, como siempre, tiene como objetivo apuntalar la auténtica identidad de nuestros pueblos y de aportar mi grano de arenilla para el desarrollo intelectual de los lectores.
Posdata: Es una pena que en la función pública no estén los mejores hombres y mujeres de Chiapas y, por el contrario, nombren a personas por el simple aval de la amistad y del compadrazgo. Es una pena que, en intento de hacer algo positivo por el estado, el creador Raymundo Zenteno intente, como candidato independiente, llegar a ocupar una curul en el Congreso Local (lugar que tiene un aire enrarecido que confunde y absorbe hasta al más íntegro). Y digo que es una pena porque Raymundo es un artista que ha hecho una labor importantísima para el desarrollo cultural de Chiapas, a través de la radio, con su programa “Radiombligo”. Si en Chiapas las autoridades amaran al estado ya habrían nombrado a Ray como Director del Sistema de Radio, Televisión y Cinematografía. Desde ahí, en un espacio que conoce y domina, seguiría sembrando espigas de aire puro.