lunes, 15 de enero de 2018

UN NAVEGANTE




Cerca de Comitán hay un poblado que se llama La Trinitaria. Es un lugar bello, donde el tiempo tiene la belleza del colibrí pero camina como una tortuga. Antes, el poblado se llamaba Zapaluta, era un nombre más auténtico, con herencia de siglos.
Pues bien, la gente de ese pueblo debe conocer muy bien al personaje que aparece en la fotografía. ¿Cómo se llama el encargado del cuidado de un templo? ¿Se sigue llamando sacristán? Si la respuesta es afirmativa, entonces este personaje es el sacristán de la casa del Padre Eterno, divinidad católica que es reverenciada en aquel lugar.
El día que fui al templo vi que, mientras los fieles prendían velas y veladoras y rezaban al Padre Eterno, el vigía del templo, con un trapeador, limpiaba los pasillos. Cuando terminó de trapear, tomó un cuchillo y fue hasta una base donde los fieles colocan velas y comenzó a quitar la cera derretida. Yo me apresuré a ver la forma que la cera había formado, era un dibujo maravilloso. Él quitaba la capa para que no se fuera haciendo más grande. Yo pensé que si la dejara se sentiría mal, porque parte de su labor es mantener limpia la base para que hombres y mujeres prendan sus velas. Pero pensé que sería bello que, cuando menos en una ocasión, dejara que la cera derretida se fuera haciendo como una montaña y luego un grupo de niños, comandados por Luis Aguilar, nuestro excelso escultor, comenzaran a jugar a hacer una escultura usando palitos, método que sería conocido en todo el mundo como el de “La cera encontrada”.
Pero no, no puede ser posible. A este templo no llegan niños a jugar a hacer esculturas de cera (sería maravilloso, pero no es así). A este lugar llegan personas a agradecer favores celestiales, llegan (contritos) a pedir ayuda para la siembra, para la siembra en los campos y en los corazones.
El día que fui al templo y vi al sacristán haciendo su oficio, de manera seria y responsable, vi a muchos fieles que, hincados o de pie, oraban en voz baja, como si fueran pajaritos recién nacidos y pidieran su alimento. Los vi abriendo los brazos pidiendo las bendiciones, tratando de apresar el milagro a través del aire.
Y pregunto si aún se llaman sacristanes los que se encargan de cuidar los templos, los que barren y trapean. ¿Se siguen llamando sacristanes los que suben al campanario a las cinco y media de la mañana o a las seis y media de la tarde, para dar el primer repique a misa? Tal vez sí, el nombre continúa vigente.
Es simpático saber que la labor del sacristán, por lo regular, es realizada por hombres. Nunca he visto a una mujer trepada en la torre dándole vuelo al badajo de la campana. Pero digo que es simpático porque, de manera automática, la esposa del sacristán es nombrada sacristana, de acuerdo con lo que el diccionario expresa. ¿Verdad que es simpático? Parece que es de los pocos oficios del mundo en el que se reconoce la complicidad de la esposa (claro, en el caso de que exista). Jamás la mujer del carpintero es la carpintera, ni la esposa del herrero es la herrera, ni la esposa del escultor es la escultora (claro, a menos que la mujer realice el mismo oficio que el hombre).
¿Cómo se llama este hombre que, a diario, se encarga de cuidar el templo de La Trinitaria? ¿Cómo le dicen?
Hace tiempo que no voy a templos en Comitán. Cuando fui niño (y fui acólito) el sacristán del templo de Santo Domingo era don Abelardo, un hombre simpático, que vivía por la escuela Fray Matías de Córdova. Su esposa, doña Chayito, nunca lo supo, pero ella fue la sacristana de Comitán, por el hecho de ser mujer de don Abelardo.
La mañana que fui al templo de La Trinitaria vi al sacristán, cubierto con una chamarra de jerga para evitar el frío. Vi cómo con las dos manos tomaba el palo del trapeador y hubo un instante que lo vi como si ese palo fuera un remo y él estuviera remando, a mitad de la nave del templo, sobre una nave más pequeña, más endeble. Vi al hombre como si estuviera arriba de un cayuco y navegara por el río tranquilo de la vida. Porque, en La Trinitaria el agua del tiempo fluye de manera tranquila.
¿Cómo se llama este navegante infinito?