sábado, 17 de marzo de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE UN ESCARABAJO




Querida Mariana: ¿Sabés que dijo John Lennon un día? “Somos más populares que Jesús”. En referencia a su grupo musical Los Beatles. Mucha gente se irritó por el comentario. ¿Cómo era posible que este escarabajo cometiera tal irreverencia? (Beatle, en inglés, significa escarabajo, en español. Esto me lo enseñó Matías, quien es experto en materia musical). Míster Lennon no andaba tan arriba de las nubes, si consideramos, por ejemplo, que en China millones de compas no tienen a Jesús como santo de su devoción, ni lo conocen, mientras que la música de los Beatles sí es escuchada por legiones millonarias de fanáticos. Yolanda, más concertadora, dijo que tanto uno (Jesús) como otros (Beatles) son adorados por multitudes sin cuenta. Creo que Yolanda dio en el clavo, porque, es cierto, tanto los Escarabajos como Jesús son parte importantísima de la evolución de la humanidad.
Por esto, porque aparezco al lado de un Beatle (el gran John Lennon) acepté que me tomaran una foto al lado de esta pintura. El señor “fotógrafo” estaba sentado al lado de este sensacional dibujo hecho con pintura en spray. Es uno de esos tradicionales juegos mecánicos de feria que (es costumbre) adornan con pinturas de artistas famosos. En cuanto me acerqué, el “fotógrafo”, cuyo aliento alcohólico llegaba a diez cuadras a la redonda, me dijo: “Le tomo una su foto”, lo dijo como si fuera uno de esos tradicionales fotógrafos de la Villa que, en la segunda mitad del siglo XX, se dedicaban a tomar fotografías para el recuerdo. Esto era antes, mucho antes, de que todo mundo tuviera celular y pudiera tomar cientos de fotografías. El hombre insistió: “Le tomo una su foto” y agregó el costo de su trabajo: Diez pesos. Sólo porque llamó mi atención le pregunté en dónde estaba su cámara y él dijo: “Se lo tomo con su celular”. De inmediato apareció el color rojo de la alarma que dijo: “Cuidado, Alejandro, el tipo desea robarte tu celular. Retírate de inmediato y cuéntaselo a quien más confianza le tengas”. En el instante que iba hacerle caso a mi conciencia, el hombre dijo: “No sea malito, no he comido nada. Le tomo la foto”, y se puso en oferta: “Por cinco pesos”. Mi conciencia, juguetona a veces, me dijo: “No caigas en sus redes. Espera un poco, se bajará a dos pesos”. Está bien, dije, y, saque la cámara de su estuche (una camarita Sony, de 16 mega pixeles, que me salió muy buena), la prendí, activé el zoom y le dije en dónde iba a apretar. Vi que se molestó tantito, como pensando: “¡Qué pasó, vamos, yo no soy un improvisado!”. Subí hasta donde estaba la pintura de Lennon, me senté en una grada y él, un poco en tono alburero, pero siguiendo la tradición, dijo: “Mire el pajarito” y yo lo vi y él tomó la foto. Luego vi que, en efecto, la toma había sido muy decente, no estaba movida y mi cara era la cara de piedra de siempre. ¡Perfecto! Guardé la cámara y él extendió su mano, le di una moneda de diez, él dijo que no tenía cambio y yo, con aire de muy generoso, dije: Está bien así. Él guardó la moneda, me dio la mano y dijo: “Fue un placer trabajar para usted”. Yo sonreí, casi a punto de decirle: “Fue un placer posar para su cámara, maestro”.
Me quedé con la fotografía donde aparece Lennon. Me senté en una banca del parque de La Pila y pensé que no son muchas las personas que tienen una foto similar. Matías me enseñó, hace más de veinte años, una fotografía que le tomaron en Londres: Es la misma calle con la zona peatonal señalada, donde los Beatles caminaron y cuya fotografía sirvió como portada de uno de sus discos. Matías aparece con las piernas en compás. Me contó que Irene (su pareja en ese entonces) fue quien le tomó la fotografía. Hace como dos años, mi amigo me envió una foto modificada en photoshop donde aparece cuatro veces, imitando a los cuatro escarabajos sensacionales.
Mientras veía a dos mujeres tojolabales caminar por el parque, con rumbo a Los Riegos, pensé que esta foto me permitía hacer un puente mental entre Inglaterra y Comitán; un puente entre la cultura inglesa y la cultura comiteca, porque (como siempre sucede en la vida) la casualidad es un feliz pretexto para hacer asociaciones insólitas. Pensé en la canción más conocida de este Beatle, la de “Imagina”, que en la última estrofa dice, más o menos: “…Imagina a todo el mundo, compartiendo el mundo”.
Esa tarde ahí estaba yo, sentado al lado del dibujo de este hombre que, una tarde, imaginó a todo el mundo compartiendo el mundo, una idea utópica, soñadora, que se topa con las ideas de esos hombres (como Trump) que insisten en levantar muros y en alimentar nacionalismos absurdos y agresivos.
Conforme pensaba, cada vez sentía más cercana la figura de Lennon. Ahí, en el parque de La Pila. Era como si el espíritu del inglés me transmitiera algo de luz.
Desde que leí un precepto Zen que recomienda no tomarse fotos con famosos he tratado de ser fiel a tal principio, que se me hace muy acertado. Una vez, en la Casa de la Cultura, llegó Elena Poniatowska, para dar una conferencia. Un amigo se me acercó y me dijo que fuéramos a pedir una foto al lado de la famosa escritora. Le dije que no, que no lo deseaba. Él me quedó viendo con cara de San José a la hora que se le quebró un pedazo de madera y me dijo que era un tonto (yo) por no aprovechar ese momento. ¿No admiraba a la Pony?, preguntó. Dije que es una buena periodista y que me gusta su novelilla “Querido Diego, te abraza Quiela”, pero hasta ahí. Seguí el precepto Zen: “No tomarse fotos con famosos”. ¿Para qué? He comprendido que es una vanidad absurda. Claro, cuando es al revés y me llaman para la foto acepto con humildad. He visto amigos que fanfarronean con fotos donde aparecen al lado de grandes artistas o de políticos conocidos. ¡Pobres! Pobres, porque en el caso de fotografías con estos últimos luego andan queriendo borrar evidencias. ¿Quién, por ejemplo, ahora se enorgullece de una fotografía donde aparece al lado de Duarte, el ex gobernador de Veracruz?
Cuando volví a ver la fotografía (ahora que te escribo esta carta) pensé que estaba al lado de un famoso, yo había buscado esta cercanía y, sin embargo, no sentía haber faltado al precepto zen. Hay hombres grandes que son como agua limpia. John (igual que Jesús) fue un hombre que no hizo daño alguno, al contrario, nos regaló su música y de pilón nos obsequió la esperanza de, como dice en su canción, imaginar la posibilidad de “vivir la vida en paz”. Pensé entonces que la vida sería más cordel de púas sin la presencia de esos hombres y mujeres que son como faros de luz: Jesús, John, Gandhi, la Madre Teresa y vos. ¿Qué? Ahora que te menciono, no faltará el compa que diga que es una irreverencia compararte con la Madre Teresa, por ejemplo. ¿Cómo es posible que te mencione en la misma relación que Gandhi? Lo hago porque vos no sos tan popular como Jesús o como los Beatles, pero igual que ellos vos no hacés daño a la humanidad, al contrario. Soy testigo del amor que le profesás a tus mascotas, los dos chuchos que tenés en tu casa. Vos sos igual que mi Paty, quien, también, es amorosísima con la Pigosa (nuestra chuchita), con el Misha (nuestro gato, que camina sin la rapidez de antes, porque ya está viejo) y con el Guazú (cotorrita australiana que ahora anda pelechando y está casi desnuda, pero que es, tal vez, la única cotorrita en el mundo que dice: “Pichito, pichito, pichito, pichito…”
No busco tomarme fotos con los políticos famosos de por acá, no busco tomarme fotos con los artistas famosos de estos lugares, pero hay ocasiones en que aparezco al lado de gente buena, de esos hombres y mujeres que, sin ser populares, hacen bien a la humanidad, porque (hay que reconocerlo) los Lennon y los Gandhi del mundo, por su trascendencia, han regado su luz de manera generosa por todos lados. Los de acá, los comitecos buenos modestos, echan agua en una parcela muy pequeña, pero eso hace la diferencia, porque sin ellos, Comitán ya estaría seco, muy seco.
Te mando copia de la fotografía que me tomaron en el parque de La Pila, donde aparezco al lado de John Lennon. Nunca imaginé estar tan cerca de él. Si me dieran a elegir, en este momento, en aparecer en una fotografía al lado de la Reina Isabel (en un salón de Palacio de Buckingham) o aparecer al lado de este retrato del hombre que nos enseñó que debemos imaginar, vos sabés que no dudaría un instante en mi elección.
Posdata: Imaginar, imaginar que un mundo más justo es posible. Aunque la realidad nos aviente en la cara su rostro horrible, no debemos perder la capacidad de imaginar. Por esto, mi niña querida, es que escribo cuentos y novelas donde la imaginación está presente. Sé que mi parcela es muy pequeña, pero procuro que no le crezca maleza y procuro que siempre esté bien regada, porque estoy seguro que debo limpiar el predio donde los niños juegan, donde los niños imaginan a imaginar que los escarabajos juegan juegos saltarines.